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sábado, 5 de febrero de 2011

Y sigue el debate:

El compañero Conrado Núñez, estudiante, escritor y militante del Partido Obrero, responde en este texto a Carlos Echegoy.

POLÍTICA Y DEBATE

Carlos Echegoy: ¿Bisutería kirchnerista o excelencia poética?

Respuesta al prof. Carlos Echegoy a su artículo “Diferencias” (31/01/11; en la web)
http://norteampliosantafe.blogspot.com/2011/01/para-pensar.html

Ante el cacareo infernal de una ligerísima y enrevesada autoproclamación de certidumbre y volubilidad, me antepongo “al pueblo” para echarles en la cara alguna omnipatriota verdad, irremediable, implacable y candente, con que nuestros maestros enseñaran, en algún tiempo, a retorcer la sintaxis para no decir nada, para DECIR LA NADA MISMA, ni tan siquiera un embuste político o antipolítico… Etcétera, etcétera, etcétera, etcétera…
¡Ham! Tomo un respiro y sigo...

[Bisutería kirchnerista]

Acá va. Estaba tratando de encontrar la sintaxis, el estilo adecuado para responder al “artículo” que el profesor Carlos Echegoy escribiera acerca de “la izquierda” y “el progresismo territorial”.
Evidentemente, no lo lograré en esos términos. Ante todo porque los términos no importan aquí. Importan los argumentos; y, ateniéndome al “artículo”, urge advertir que el profesor Echegoy adolece de argumentos. No esgrime un céntimo de valor crítico en su discurso, pues, usando sus palabras, él mismo no cabe en “la bolsa arpillera sin forma ni fondo de SU PROPIA crítica”.
El “artículo” en cuestión es uno titulado “Diferencias”, y resulta paradójico que se trate de una manifestación tan clara y tediosa de palabrería grandilocuente y vacía. Paradójico porque el profesor pretende, precisamente, estar lejos y abominar las “ínfulas discursivas” de “la izquierda” y “el progresismo territorial”.

El profesor, con su frente altiva, soberbia, no hace más que gastar cizaña contra “la izquierda” y “el progresismo”, a favor del kirchnerismo, en un magnífico bostezo discursivo, con esa especie de trágico drama repetidísimo, donde el oficialismo “del campo popular” es equiparado a una cándida y bienintencionada Lazy, con “todas sus carencias y debilidades” (como no), acechado por la izquierda dogmática y el progresismo oportunista, que no saben otra cosa que hacerle el juego a la derecha. ¡Cómo no!

¿Cómo no? ¡Claro que recontranó! Se trata de la más descarada falta a la verdad. Porque la Lazy —lo sabe el profesor, como sus compañeros— se ha convertido hace mucho en un perro adiestrado por los grandes capitalistas, que entrega territorio y recursos, que expulsa campesinos, que paga la Deuda con la guita de los jubilados, que mantiene burócratas sindicales… En realidad, nunca se ha ‘convertido’: siempre fue ni más ni menos que lo que es, desde el principio extendió licencias a los monopolios mediáticos que luego pretendía combatir, desde el principio abrió las puertas al agronegocio de la soja; incluso esta misma Lazy era el perrito faldero del menemismo, a cuya plácida sombra y cobijo se alimentó a niveles astronómicos en la tan odiada “década infame”.

¿Estas son, será, las “carencias y debilidades” del kirchnerismo? Pavadas…
Igual, no lo sabemos, no lo dice el profesor. No dice qué argumento, qué gesto “nacional y popular”, qué método o programa político debiéramos entender como una guerra contra “los grupos concentrados”, que nos haga declinar en la sospecha de que detrás del rostro oficialista está la “retaguardia de los privilegios del imperialismo”.

No dice, el profesor, cuáles son las “lecciones de ecología” que puede darnos el kirchnerismo, que viene expropiando territorios y entregando a grupos como la Barrick para que se lleven todo el mineral existente, dejando un tendal de porquerías en el ambiente; o dilapidando bosques y selvas vírgenes para los grandes negocios del biodiesel y de la “soja sudamericana” (como decía el mismo ministro Julián Domínguez en su reciente venida a Reconquista). ¡No lo dice! Como tampoco dice cuál sería la “representación del campesinado empobrecido” o de la “tradición indígena” que ostentaría este gobierno pro-monopolios sojeros y mineros.

¡No lo dice! ¡Claro que no lo dirá! Como buen intelectual burgués del siglo XXI, encontrará fáciles caminos para evadir la crítica, para evadir toda denuncia a su gobierno “nac & pop”, como lo hiciera el mismo Norberto Galasso en su carta a Jorge Altamira. Encontrará en las Madres y Abuelas —“esfinges implacables” de Cristina y Néstor— la coartada eternamente oportuna para purgar todo desmán “ético” de “su Gobierno”. Casi con una catolicidad velada se Postrará ante esas “esfinges” para Rogar que Perdonen aquellas “carencias y debilidades” del Kirchnerismo.

Y en esa misma línea “argumental”, despilfarrará una cantidad inusitada de vocablos gastados, defendiéndose de vaya saber qué ataque a su “militancia en derechos humanos”, afirmando una postura y un lugar de honor en la sociedad. Y allí entretejerá una red discursiva “enternecedora” como pocas; dirá que él y sus compañeros del Norte Amplio por los DDHH no necesitan “disputar espacios” con aquella “izquierda” y aquel “progresismo” recalcitrantes, no necesitan “diferenciarse” (aunque no hace otra cosa que insistir en las diferencias). ¿Por qué? El profesor “dispara”: porque “Ya somos diferentes, un cuerpo sólido, compacto, con experiencia política, y cuando salimos vamos exactamente donde queremos, juntos. Somos eficaces en primer lugar porque reconocemos nuestras debilidades. Luego porque privilegiamos la organización y la construcción política sobre la base del respeto al pueblo y los compañeros. Hacemos lo que decimos, ni más ni menos”. Deslumbrante.
Deslumbrante como una tonelada de tedio. Como esos personajes de la obra de Ionesco que acumulan sillas y sillas en el escenario, hasta el final de la obra.

[¿Excelencia poética?]

Y quizá en este último sentido esté lo más notable del “artículo” de Echegoy. Quiero decir, tal vez en su deslumbre poético, en su estilística maldita, encontremos valor a esta “suerte de acumulación espectral” (la imagen es del profesor), a esta palabrería “presuntuosa e impotente”, tan gastada como “herida de muerte”.
Es decir, quizá NO hagamos justicia si decimos que esa poética del profesor Echegoy será tarde o temprano “devorada por el calcinante polvo”, “por el viento norte” —como dice él refiriéndose a las críticas al kirchnerismo—, porque estamos hablando de uno de los mayores poetas que ha dado Reconquista.

Sin embargo, este humilde aficionado que escribe quiere manifestar una DECEPCIÓN mayúscula: para nada alcanza el poeta Carlos Echegoy, en su insufrible “artículo”, la brillantez de los legendarios y rabiosos versos de su Crías de cuervo, redactados hace quince años, cuando quizá el profesor era antimenemista, tal vez rebelde, revolucionario, esas cualidades que hoy detesta. ¿Será que su concordia actual con un Gobierno capitalista le restó capacidades poéticas?
Quiero pensar —y lo pienso, sin dudas— que la poesía es una fuerza mayor, un arma cargada contra la chatura y la injusticia. Quiero pensar que el poeta Carlos Echegoy puede darnos mejores ejemplares poéticos que esa rabia insulsa contra “algunos pocos simpatizantes” de izquierda, “dispersos y huérfanos”, como dice.

En realidad, tratándose del “profesor” Carlos Echegoy, yo quería pensar que su “artículo” sería una argumentación sólida sobre su posición política. Sin embargo, lo único que encontré fue una postura macartista archi conocida, donde toda la bolsa de “izquierdistas” y “progresistas” es censurada y “calcinada” por el simple hecho de ser pocos. Por el simple hecho de contar con un “electorado” minúsculo.

Fuertemente, es necesario decir que cuando hablamos de las conductas entreguistas y corruptas de este gobierno no lo hacemos valiéndonos de ningún supuesto electorado avalista. Lo hacemos como habitantes de este “nunca más que ahora culo del mundo”, como individuos que leen la realidad y se forjan su ideología y su postura política. Y no hablo, en ningún momento, como militante de ningún partido, por el simple hecho de que el profesor y poeta Carlos Echegoy no se dirige a nadie, no aclara nada, no postula causa o razón alguna. Lo único que hace es retorcerse en una larga y acartonada poética antiizquierdista, con la seguridad sin argumento de quien se aferra a la cama de laureles de su “gran electorado”.

Y ya que hablamos de poética, será quizá un honor citar un verso del mismo Carlos Echegoy: “qué importan los argumentos que ensaya el desatino?” Es esta puntual coyuntura en la poética de Echegoy lo que asombra; quizá diría el poeta: los argumentos ensayados no importan, porque el “desatino” no tiene electores.
¿Habrá que recordarle al poeta que si fuera por los “electores” habría ganado el nefasto Carlos Menem en 2003? ¿Será necesario explicarle que los electores llevaron a Macri a la Jefatura? ¿Y qué pasa, digamos acá cerca, con los intendentes del radicalismo, con la dinastía Marcón en Avellaneda, con la reciente aparición de la UCR en Reconquista?

Cuando, maltrecho y jadeante, luego de una discursividad grandilocuente, el poeta cede lugar al intelectual burgués, al nacionalista puro y cándido, que batalla contra las bestias de la crítica, que suda el lomo marchitadísimo por la guerra que lo tiene entre las huestes del oficialismo, para apalear izquierdistas y progresistas, cuando eso ocurre, se resiente la poética y, lo más importante, se queda muda y sin argumentos la razón del capitalismo.
Esto es lamentable, tal vez (sólo tal vez), para la poética. Pero nos deja con la incertidumbre de conocer cuáles son los argumentos de quienes detentan el poder.

La única esperanza es, posiblemente, para la poesía. Queremos pensar que el poeta Carlos Echegoy nos tiene preparado un nuevo Crías de cuervo. No vaya a ser que se haya resentido su excelencia poética.
Conclusión

En conclusión, el “artículo” del profesor y poeta Carlos Echegoy es un desaguisado tan intragable como pretencioso. Es una pose, un modelaje ramplón por la pasarela de escribas que se disputan —ni en que sea— besarle los zapatos a la Presidenta.
Entonces, ¿qué pensar de este escriba altanero? ¿Se trata de un vendedor ambulante de bisuterías kirchneristas o de un pregonero descontrolado con arranques de excelencia poética? Como vimos, ambos estados conviven en su esquizofrénica “injuria”: un potaje de rabia adolescente y aplomada estilística inflama la impotencia de su discurso.
Tenazmente, hay que hacerle reconocer que la única “radical impotencia” que pesa es la de su Gobierno, para fundamentar sus actos, su modelo político entreguista y corrupto.

Conrado Nuñez
Avellaneda (Santa Fe), 2 de febrero de 2011

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